La conducta Zen

La conducta Zen se regula por el llamado Óctuple Sendero o los ocho comportamientos correctos, cuyo origen se remonta a las enseñanzas del Buda (2.500 años A.C.). ¿Qué es el Óctuple Sendero? Son normas de comportamiento pero no tienen el carácter de mandatorias como los mandamientos religiosos o las normas sociales. Son normas de conducta correcta, y como tales  cada uno debe esforzarse por insertarlas en su diario vivir, en la familia o en la empresa.

¿Qué es «comportarse bien o en forma correcta»?

Es difícil de responder porque es una cuestión cultural. Cada cultura tiene sus normas y creencias y sus tabúes, y se basan en ellas para regular los comportamientos sociales. El Zen no reconoce primacía superior al mismo ser humano en esta materia, sea que la norma venga de la sociedad o de una divinidad. Para el Zen el concepto de «corrección» forma parte del ser humano mismo. Cada cual define sus normas y valores.

El Óctuple Sendero es la conjunción de los siguientes comportamientos:

Visión Recta. Es mirar el mundo conscientes de que existe el sufrimiento, la inquietud. Para luchar contra el sufrimiento es necesario detectarlo e identificarlo, y eso se hace aprendiendo a mirar la realidad tal cual es, con objetividad, no como nos gustaría que fuera. Como estamos llenos de prejuicios y opiniones; abstraigámonos de ellos, ignorémoslos y llegaremos a identificar la verdadera situación que vivimos o nos aqueja. No juzgar es la clave de la recta visión, y si juzgamos (porque el caso lo amerita) que sea en forma consciente y atenta. Mirar la realidad de frente, sin posiciones, sin colores. La realidad es lo que es y no lo que parece. Lo que es, es.

Pensamiento Recto. Pensar libres de sensualidad malsana, mala voluntad y crueldad. No miremos la realidad con los ojos de nuestras pasiones o creencias; mirémosla con la visión recta alcanzada. Estamos llenos de creencias que nos impiden pensar de manera recta, concreta. Aprendamos a no juzgar o a juzgar conscientemente. Vivamos la vida que tenemos, no la pintemos con nuestras opiniones, ni a las situaciones (familiares, sociales, laborales) ni menos a las personas. La realidad es lo que es, y así también son las personas. No juzguemos, que todo lo que creemos es lo que somos. Lo que es adentro es afuera. El pensamiento debe ser puro en su esencia y directo en su dirección. Si al pensamiento lo guían las creencias, lo perderemos en el camino.

Lenguaje Recto. Libre de engaño, insulto, malicia y estupidez. Las palabras tienen poder, lo que decimos creamos. Si insultamos, recibiremos insultos; si alabamos, seremos alabados. Una pequeña situación manejable puede transformarse en un infierno solamente con una palabra mal o inoportunamente dicha. La armonía familiar o un buen negocio pueden desaparecer por no saber callar. Debemos tener siempre en cuenta de que las palabras tienen poder y que las consecuencias siempre van más allá de los actos.

Acción Recta. Acción libre del asesinato, robo, adulterio, mentira e intoxicantes. Nuestra vida debe ser un ejemplo para los que nos siguen. Nuestros hijos no reciben órdenes de nosotros, reciben patrones de conducta. Más que a dirigir aprendamos a ejercer liderazgo. La materia prima del éxito es el saber hacerse seguir. Nuestros hijos, nuestros subordinados, estarán más pendientes de lo que hacemos que de lo que hablamos. No digamos «Avancen» a los que dependen de nosotros; digámosles «Síganme».

Vida Recta. La persona consciente evita un comercio perverso (adivinación, usura, armas, seres vivos, carne, intoxicantes y venenos) y se gana la vida por medios rectos. La responsabilidad y el respeto deben ser las plataformas de nuestro accionar. Las personas, las familias, las organizaciones, las empresas, las sociedades se guían por valores, no por órdenes.

Esfuerzo Recto. Con el esfuerzo recto se obtienen resultados rectos, se construyen grandes obras. El esfuerzo recto provoca que los pensamientos sean la brújula de la acción. Hacer las cosas bien, la primera vez, desapegadamente al resultado, es la clave para un comportamiento exitoso. No nos preocupemos del guiso, pongamos la atención en los ingredientes y el guiso saldrá delicioso.

Atención Recta. Cuando la persona vive concentrada, atenta, sabe que el cuerpo, los sentimientos, la mente y los pensamientos son impermanentes y están sometidos al cambio y a la decadencia. Nuestra acción debe estar basada en el conocimiento de que todo es cambio, y que incluso nosotros cambiamos a cada segundo. Por lo tanto, concentrémonos en el aquí y ahora. No pensemos en el pasado, que ya no es reparable ni replicable (si es el caso), ni en el futuro, que aún no existe. Concentrémonos en lo que hacemos, no en lo que hicimos o pensamos hacer.

Concentración Recta. Es la unidireccionalidad de la mente. Hagamos sólo una cosa en cada momento y hagámosla bien. Evitemos la multitarea porque es perniciosa y hacemos muchas cosas pero ninguna bien. Cuando comamos, dediquémonos a comer y no a hacer otras cosas en el mismo tiempo. Busquemos la calidad en todo lo que hagamos, y ésta se define como hacer las cosas bien la primera vez, sin que existan desperdicios ni reprocesos. Concentrémonos en el objeto de nuestro esfuerzo y el resultado será perfecto.